Normalmente, se tiene una idea de belleza que va acorde a la estética, el concepto de belleza se asocia con la imagen que se ofrece hacia el exterior, o con la que percibes del exterior. Vivimos en un mundo en el que la imagen estética cobra un valor muy relevante y marcado por unos cánones que nos vienen ofrecidos desde la moda, cine…, se han marcado unos patrones de belleza, que socialmente se aceptan como válidos y dictan lo que es bonito, sin embargo, si se analizan bien las imágenes hoy en día la mayoría retocadas, un gran maquillaje, operaciones estéticas y demás, finalmente, ¿qué queda de realidad? Se nos venden unos patrones de belleza distorsionados y que finalmente no son para nada reales, y lo que para unos es belleza, para otros no, por tanto percibimos esa belleza de formas muy distintas.
Se ha definido la belleza como algo que agrada a la vista, sin embargo, una manzana roja te puede parecer muy suculenta y no tener un sabor agradable, entonces, te dejaría de gustar, y ya no sería tan apetecible.
Vamos a pensar un momento, que tenemos una presión por querer ser bellos para agradar a otras personas, ¿qué estaría pasando?, estaríamos dejando nuestro valor, nuestra autoestima, y nuestro autoconcepto en otras manos, cederíamos el control sobre nuestra imagen por la percepción que los demás tienen sobre nosotros, ¿no?, entonces ¿qué quedaría de amor propio? puede que cambiando tu imagen estética la respuesta tampoco sea la que esperas, para lo que unos es bello para otros no, ¿sería posible cumplir con las expectativas de belleza de todo tu círculo?. Si esto ocurriera, habría una preocupación constante en mantener esa imagen, o alcanzar la imagen ideal, por lo que los demás piensen de nosotros, visto así, parece incluso absurdo, desgraciadamente, este tipo de pensamientos y conductas dirigidos a alcanzar ese ideal de belleza, es lo que puede llevar a trastornos sobre la percepción de la imagen, y otros asociados como anorexia y bulimia.
Ahora, vamos a llevarnos el conccepto de belleza, hacia algo más propio, hacia cómo te sientes con tu propia imagen, qué te gusta de ti, y qués cosas agradables tienes, incluyendo emociones, comportamientos, piensa un momento y te darás cuenta que tus mejores cualidades, no son las estéticas.
En 1920, Edward L. Thorndike, acuñó el término «efecto halo», para referirse a la percepción global que se forma de una persona, indicando que percibir una cualidad en una persona puede influir notablemente en la percepción de todas las demás. En la misma línea, Nisbett y Wilson 1977 también estudiaron el efecto halo en el que pidieron a estudiantes que calificasen el aspecto físico, gestos, y acento de un profesor visualizando una cinta de vídeo, donde se comportaba de manera fría o distante o de forma cálida y amable, los resultados en cuanto a gestos y acento no fueron relevantes, sin embargo, los estudiantes que vieron el vídeo del profesor en la actitud cálida y amable, lo evaluaron como más atractivo físicamente, que los que lo visualizaron en la actitud fría y distante.
Como conclusión, se puede decir que la belleza no es tanto el aspecto físico, sino también lo que cada uno perciba como bello, aceptarse a uno mismo es la mejor herramienta para ser quien eres y estar a gusto contigo y tu entorno.
Tu belleza será más grande conforme te sientas a gusto contigo, con tus cualidades, no es más el físico si no el propio sentimiento de que hay belleza en ti.